La precocidad de algunos músicos nos deja apabullados:
Haendel, a los siete años tocaba divinamente el órgano.
Mozart compuso sus primeras obras para clavicémbalo a los cuatro años y dio su primer concierto a los seis.
Beethoven publicó su primera obra con doce años: Variaciones para piano sobre una marcha de Dressler.
Chopin publicó a los siete años una polonesa en sol menor.
Schumann compuso a los nueve años su Alegría de un día escolar.
Paganini dio su primer recital a los once años.
Karl Maria von Weber compuso su primera ópera a los catorce años.
Camille Saint-Saëns aprendió a distinguir las notas a los treinta meses y a los cuatro años tocaba estupendamente el piano (componía ya a los cinco y dio un concierto triunfal a los once).
Albéniz dio su primer concierto a los cuatro años, y a los nueve ya daba conciertos por todo el mundo.